El fin de semana tuve la oportunidad de asistir a la Bienal de Arquitectura de Venecia, una muestra interesante para comprender los enfoques actuales sobre la disciplina, de la mano de arquitectos de trayectorias totalmente disimiles y de variadas latitudes del mundo.
El tema de la Bienal fue “People meet in architecture”, en los distintos pabellones se encontraban instalaciones que buscaban acercar al visitante a la arquitectura, permitiendo recorrerla y entenderla desde distintos puntos de vista, como ejemplo puedo nombrar a una gran pasarela casi flotante dentro de una nube artificial, o a un espacio invadido con chorros de agua descontrolados que retaban a atravesarlo sin mojarse.
Ahora, yendo a la verdadera motivación de este texto, uno se podría preguntar como Venezuela afrontó el tema de la bienal:
¿las personas encontrándose en la arquitectura?
Y lo afrontó cerrando el pabellón a los visitantes, demostrando que en nuestro país desafortunadamente la arquitectura (o cualquier expresión artística) y la gente cada vez están más alejados.
Como experiencia, fue realmente avergonzante ver personas acercándose a la edificación , para luego devolverse frente al gesto antipático de una puerta cerrada con candados, sumado a la gran tristeza que produce ver el avanzado deterioro de uno de los pabellones más agraciados de toda la exposición, con vidrios rotos, techos sostenidos con muletas de madera o láminas de mármol resquebrajadas. El edificio fue diseñado por el arquitecto italiano Carlo Scarpa y está ubicado en un lugar excepcional dentro de los jardines, junto a solo cuatro pabellones americanos (Uruguay, Brasil, Canadá y Estados Unidos). Ya para terminar, de todos los pabellones de la bienal, el de Venezuela fue el único que estuvo cerrado.